Potosí: una guerra con piquetes y 600 personas en huelga de hambre
El soplido del viento y los perros durmiendo en plena calle dan a Betanzos el aspecto de un pueblo fantasma.
Todos sus comercios están cerrados y sólo algunas indígenas venden bananas, maní o naranjas sentadas en algunas aceras. El diario local, el Potosí , considera este lugar una especie de vanguardia de la lucha regional, que se libra desde hace casi dos semanas. El departamento de Potosí, limítrofe con la Argentina, está completamente bloqueado y más de 600 líderes políticos y sociales están en huelga de hambre en la calle y piden a Evo Morales que intervenga. Hasta 20 prostitutas se sumaron ayer al ayuno.
“Evo no puede ser así, nosotros lo llevamos ahí”. De edad indefinida, pero muchos años y sufrimientos encima, la campesina quechua casi monolingüe lleva la espalda cargada de leña y dirige dos bueyes a pocos kilómetros del Betanzos, el pueblo potosino que aísla a Potosí de Sucre, cuya distancia se recorre en días normales en tres horas. Pero estos no son días normales, esta región minera del sudoeste boliviano se encuentra dispuesta a torcerle el brazo al presidente, al que votó masivamente en diciembre pasado. Su comunidad salió a la ruta y como es costumbre es obligatorio acatar las medidas de fuerza. Con el tono suave, ofrece un traguito de chicha, una bebida típica de la zona, hecha con maíz fermentado. Y la dulzura que caracteriza al quechua oculta que por estos días los ánimos están caldeados.
El soplido del viento y los perros durmiendo en plena calle dan a Betanzos el aspecto de un pueblo fantasma.
Todos sus comercios están cerrados y sólo algunas indígenas venden bananas, maní o naranjas sentadas en algunas aceras. El diario local, el Potosí , considera este lugar una especie de vanguardia de la lucha regional, que se libra desde hace casi dos semanas. El departamento de Potosí, limítrofe con la Argentina, está completamente bloqueado y más de 600 líderes políticos y sociales están en huelga de hambre en la calle y piden a Evo Morales que intervenga. Hasta 20 prostitutas se sumaron ayer al ayuno.
“Evo no puede ser así, nosotros lo llevamos ahí”. De edad indefinida, pero muchos años y sufrimientos encima, la campesina quechua casi monolingüe lleva la espalda cargada de leña y dirige dos bueyes a pocos kilómetros del Betanzos, el pueblo potosino que aísla a Potosí de Sucre, cuya distancia se recorre en días normales en tres horas. Pero estos no son días normales, esta región minera del sudoeste boliviano se encuentra dispuesta a torcerle el brazo al presidente, al que votó masivamente en diciembre pasado. Su comunidad salió a la ruta y como es costumbre es obligatorio acatar las medidas de fuerza. Con el tono suave, ofrece un traguito de chicha, una bebida típica de la zona, hecha con maíz fermentado. Y la dulzura que caracteriza al quechua oculta que por estos días los ánimos están caldeados.